Un sueño llamado cine
Cuando lo quisimos todo, lo pudimos todo, lo tuvimos todo, y lo perdimos todo...pero no nos preocupamos, aun tenemos cine señores.
martes, 2 de abril de 2013
sábado, 6 de noviembre de 2010
Gran Torino...Un pequeño paseo por el buen cine.
Clint Eastwood en el 2008 era un hombre de 78 años, que podía perfectamente haberse quedado en su casa, criar a su hija y vivir con su esposa. Teniendo la tranquilidad de ser una leyenda, pero a este hombre eso no le interesa, el hombre agarra su modesto Gran Torino y nos lleva de paseo por un humilde camino de tierra.
Con una historia simple, una filmación de 35 días y un reparto desconocido, a excepción de él, Clint decide dar su ultima pulseada delante de las cámaras y lo hace soberbiamente, con una naturalidad que hasta a mí me sorprende, al interpretar a un Walt gruñón y que no teme decir lo que piensa.
Como nos tiene acostumbrado el viejo Clint el gran fuerte de su película, es la narración que impregna a su relato, es directa, precisa y sin mayores adornos. No necesita montajes efectivos o palabras bonitas, no hacen falta, aquí hay algo que contar. El resultado: una película consistente, llena de matices, con más de alguna doble lectura y un valor cinematográfico inmenso, porque incontestablemente es un ejemplo perfecto de cómo contar una historia, de dar sentido a las imágenes, a la música y a las palabras.
El guión tal vez sea lo mas bajo del filme, pues contiene demasiados personajes estereotipados y su desarrollo es algo descifrable. Pero eso tiene un final sorprendente, y es que Walt Kovalski, no es el legendario William Munny.
Antes de terminar de aburrirlos, mencionare algo muy importante, la película no solo una historia formidablemente contada, sino algo mejor es necesaria, porque son contadas con los dedos de una mano, las personas que se atreven a hacer películas sobre una sociedad patriótica, pero no solo habla de ella, además la cuestiona, lo que no la convierte en una película necesaria, sino en algo mejor: una película esencial.
En definitiva un filme que en toda su modestia, hay algo de grandeza y eso se debe al artesanal trabajo del señor Eastwood, quien no necesita grande presupuestos, sino oficio y talento, que aquí sobra.
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